Este pasado fin de semana, un grupo de amigos los hemos pasado de convivencia. Matrimonios e hijos. La mayor de ellos tiene que dedicar un tiempo al estudio, en concreto a la filosofía. Y sobre la mesa aparece un libro de los diálogos de Platón. Como no puedo resistir ver un libro sin curiosearlo, lo abro y empiezo a pasar las hojas de manera rápida, como si quisiera saber a qué huele la filosofía platónica. Tal vez lo hago, porque cuando estudié la materia en tercero de BUP, el profesor nos indicó que se iba a centrar en San Agustín obviando a Sócrates y Platón, porque tratándose de un colegio religioso era "obligado" estudiar a San Agustín. Se lo comento y su contestación me deja perplejo. A ella le pasa al contrario. No van a estudiar a Santo Tomás de Aquino porque, según la profesora, estamos en un estado laico y no se puede estudiar a autores católicos.
De manera que yo me quedé sin estudiar a Sócrates y Platón, y ella se queda sin la escolástica y el pensamiento sin parangón de Santo Tomás de Aquino por la tolerancia cero de nuestros profesores. Y es que la intolerancia no conoce de credos ni idelogias sino que es propia de las personas, aunque sean profesores y se supone que deben educar en la diversidad, en el máximo conocimiento y fomentar el criterio propio del alumno (almenos en filosofía)
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