1 de maig del 2013

TRAGEDIAS

La muerte de una persona nos conmueve. Realmente es una de las cosas que nos hace humanos, conmovernos por la muerte, sea de la persona que sea, conocida o no, cercana o lejana. La muerte nos conmueve posiblemente porque somos conscientes que es un destino común a todos. Pero también somos conscientes que existen gradaciones en este sentimiento, la proximidad afectiva del fallecido, si se trata de una persona conocida, respetada, famosa, importante, odiada, amada, no todas las muertes despiertan los mismos sentimientos, los humanos, somos así.

Pero aparte de la proximidad existen otros factores que marcan la gradación de nuestros sentimientos ante la muerte y uno de ellos es si lo ha provocado una tragedia, ya sea por un fenómeno natural, por un accidente o un atentado terrorista. Si la muerte es trágica nos conmueve aún más porque normalmente la tragedia suma personas fallecidas al mismo tiempo y nos produce unos sentimientos encontrados de rabia, pena, lástima, solidaridad o empatía que nos acercan a la tragedia y a quienes la han padecido.

Dentro de las tragedias, los actos de terrorismo son los que nos provocan más frustración y rabia ante las muertes porque detrás de ellos está directamente implicada la mano de otros hombres, su irracionalidad, sus conciencias adormecidas y eso nos conduce a preguntarnos el porqué se deciden a arrancar la vida de otros seres humanos por un ideal, por una creencia o simplemente por locura. Y es lo que nos ha pasado con el atentado de Boston, y nos ocurrió con los trenes de Madrid, con las torres gemelas de Nueva York, con los atentados de ETA...

Las tragedias nos conmueven aunque existe un elemento que nos distorsiona este sentimiento tan humano, y son los medios de comunicación, y ya no me refiero a los medios de comunicación de alguna manera tradicionales como la radio, la prensa o la televisión, sinó también a las redes sociales, a los medios de internet. Gracias a todos ellos nos enteramos de todos los entresijos del atentado de Boston donde desgraciadamente fallecieron 3 personas y muchas otras quedaron heridas. Nos ha impresionado ver las bombas estallar, ver a los corredores mutilados, observar todo el peso de un estado persiguiendo a los terroristas. A raíz de esto, el mundo del deporte se ha volcado, las maratones posteriores se han llenado de lazos negros en solidaridad y nos hemos sentido un poco más unidos como seres humanos por estos gestos. Y nos los rechazo, al contrario, los aplaudo, me alegra que los hombres reaccionemos positívamente, que sepamos vivir esta solidaridad ante la tragedia, pero también me gustaría que todos entendieramos que cada uno de los tres muertos de Boston "vale" exactamente igual que los cientos de asesinados por los atentados que se suceden en Irak (y que parece que los tengamos asumidos como algo desgraciadamente cotidiano) o los 402 muertos en Bangladesh en el mayor accidente industrial de la historia, aunque no se trate de un atentado terrorista.

La repercusión mediática no debería marcar nuestro nivel de conmoción, no debería determinar nuestros sentimientos, pero lo hace, parece como que nuestra realidad es la que observamos a través del tamiz de los medios de comunicación, de lo que nos sirven en bandeja, pero la realidad debe tener otro tamiz para cada uno de nosotros y es nuestro propio criterio. Ante el gran caudal de información al que estamos sometidos, debemos mantener nuestro criterio y mi criterio me dice que cada vida humana tiene el mismo valor y por tanto su desaparición me debe conmover exactamente igual aunque no pueda evitar las diferentes cargas emocionales que las puedan revestir. El sentimiento propio es inevitable pero la distorsión es evitable desde el criterio propio.

En todo caso estas tragedias siempre nos llegan, en mayor o menor medida, gracias a los medios de comunicación. Atentados, accidentes, terremotos, incendios, como se suele decir las buenas noticias no son noticia, solo las malas. Aunque, ¿todas las tragedias son noticia? Rotundamente no, y por eso es necesario el criterio propio y saber reconocer la realidad que vivimos. Como he comentado para mi cada vida tiene el mismo valor, aunque también he comentado que cuando ocurre una tragedia, la cifra de fallecidos nos conmueve más aún cuanto más personas han perdido la vida. En el atentado de Boston fallecieron tres personas, 43 en el accidente de FGV de Valencia, 191 en el 11M, 402 en Bangladesh, 3.000 en las torres gemelas de Nueva York. Todas ellas unas desgracias dolorosas, pero nada comparado con los 19.000 niños que mueren CADA DÍA en África por causas evitables según UNICEF. Des estos 19.000 niños, 6.400 mueren CADA DÍA... ¡Por hambre!. Esta sí que es una auténtica desgracia humana porque aúna todo lo peor de nosotros, la irracionalidad, la insolidaridad, la insuficiencia profunda por construir un mundo que no sea tan radicalmente injusto.

La tragedia colectiva es que no somos capaces de conseguir que nadie muera de hambre, la tragedia individual sería que conociendo esta realidad no nos conmoviera, la tragedia personal sería que conociendo esta realidad no moviéramos ni un dedo por cambiarla. Hay tragedias inevitables, pero sí podemos evitar nuestra propia tragedia de distanciarnos de la realidad que nos interpela.