De la misma manera que a los nacidos en Torrent, nos abrían una cuenta en la Caja de Ahorros de Torrent(e) o en la Caja Rural de Torrent, a los nacidos en Puertollano, se la abrían en Caja Madrid, como en el caso de mi mujer. Cuando acabó sus estudios en el instituto, decidió buscar trabajo, lo encontró, y, naturalmente, domicilió la nómina en Caja Madrid, su caja de toda la vida. Pasaron años, lustros, cobrando la nómina por Caja Madrid, pero un buen día, hará unos tres años, cuando se iniciaba el proceso de fusión de Bankia, tenemos un problema de liquidez en la cuenta y no se cubre totalmente el saldo pendiente de la tarjeta de crédito. Automáticamente, aparte de reclamar el saldo pendiente, nos imponen una comisión de 30 euros (comisiones que nunca he entendido, porque si no tienes saldo suficiente y se incrementa con la comisión, lo único que se consigue es agravar el problema).
Por muchas explicaciones que dimos, no sirvieron de nada, como tampoco los años de cliente, y los 30 euros se quedaron pendientes de cobro. Decidimos cambiar de entidad financiera. Pagamos el saldo pendiente y los 30 euros de comisión. Dejamos de utilizar la tarjeta. Esperamos a la siguiente liquidación y aún aparecieron 8 euros en concepto de intereses que también los pagamos para olvidarnos del tema. Y una vez resuelto, me personé en la oficina para cancelar la cuenta. Aún estando apoderado, no me dejaron cancelarla porque según los trabajadores que me atendieron sólo podía realizarlo la titular. El problema era que la titular trabaja y no podía desplazarse o suponía perder tiempo de trabajo, con el consiguiente problema laboral. Gracias que recordé que firmamos unos poderes por los que se me facultaba para actuar en su nombre, para evitar idas y venidas a los notarios. Al día siguiente, con los poderes originales en la mano, volví a la oficina y siguieron negándome la cancelación de la cuenta porque no era el titular. "Vamos a ver" dije en tono indignado "¿Me quieres decir que con estos poderes puedo vender mi casa sin la necesidad de la firma de mi mujer y no puedo cancelar una cuenta en la que el saldo es 0 y por tanto no me llevo ni un céntimo aunque fuera sin su conocimiento?" La empleda me hizo pasar con la interventora pero ésta siguió negándome la posibilidad de cancelar la cuenta, y solo ante mi insistencia, accedió a que los servicios jurídicos de Caja Madrid estudiaran los poderes para determinar si yo podía cancelar la cuenta.
Al día siguiente volví, como habíamos concertado, y los servicios jurídicos (excepcionalmente rápidos) habían concluido que sí que podía cancelar la cuenta. La cancelé. Y en un momento de lucidez les pedí un certificado de que todo estaba al corriente y no debíamos nada ni en la cuenta ni en la tarjeta. Me contestaron que eso no existía y que no lo podían emitir. Insistí, en un nuevo acceso de lucidez, y accedieron a redactar un escrito en el que figuraba la cancelación de la cuenta y que no se debía nada.
Hace quince días recibimos una llamada de una persona que se identifica como trabajador de una empresa que trabaja para Bankia en la reclamación de deuda, y nos comunica que debemos a la entidad financiera, por liquidaciones de la famosa tarjeta unos 60 euros. Después de la conversación telefónica, nos facilita un correo electrónico para que le enviemos el documento, que naturalmente conservaba en lugar seguro, para demostrar que en su momento habíamos liquidado todo. No nos han contestado al correo, pero todos los días nos llaman para informarnos de la deuda. Después de todas las trabas, el problema vuelve de nuevo. Parece de locos. Realmente es una locura. Y actúan así para cobrar esos míseros 60 euros para ellos.
Ayer sale a la luz como los consejeros de Caja Madrid se pagaban con tarjetas que se han venido en llamar negras, sus gastos personales sin declarar nada a hacienda, ni tener que responder ante ningún control interno. ¿Qué digo gastos personales? Sus juergas, golferíos y caprichos de sirvengüenzas que pagábamos entre todos, porque son una entidad rescatada con dinero público, cuyos intereses comprenden buena parte de la deuda.
Mi problema de 60 euros no es nada comparado con los intereses que tenemos que pagar todos, con los desahuciados de sus viviendas sin otra solución posible o con los preferentistas estafados, especialmente los jubilados que confiaron sus ahorros de toda la vida a su caja de toda la vida. Pero me duele por ellos, por nosotros y por todos que se esten riendo en nuestra cara desde hace tiempo. Ayer les enviamos un correo para recordarles que esperábamos respuesta, que hicieran el favor de dejar de llamarnos todos los días y preguntándoles si también han llamado todos los días a los directivos que han dilapidado 15.000.000 de euros estos años en sus caprichos más insospechados.
Y encima, Bankia, es la heredera de Caja Madrid, sí, la entidad que está poniendo todas las trabas posibles a la venta del Valencia C. de F., de una manera tan sospechosa, que parece evidente que querían seguir chupando la sangre che ad in eternum. Por eso, mañana en Mestalla, me uniré a ese cántico que recorre las gradas cada partido de "Pura Bankia, oe" ¿Es eso lo que dicen educadamente, no?
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