La formación política Podemos, está pasando por distintos estadios de percepción por parte de la opinión pública desde que se dió a conocer. Primero fue el desconocimiento generalizado, posteriormente la sorpresa de las elecciones, como si a todos los analistas políticos les hubiera pillado por sorpresa su resultado. Después vino el convertirse en la bestia parda del bipartidismo y centro de todas las críticas por parte del "establishment" en toda la amplitud del concepto. Ahora estamos en la fase en la que se convierten en opción de gobierno y empiezan a ser escuchadas sus propuestas (sin olvidar de continuar menoscabando su credibilidad incluso con manipulaciones televisivas si es necesario). Y como estamos en esas, resulta que una de sus medidas estrellas es la eliminación del concierto educativo. Medida en la que estoy de acuerdo.
Egoístamente, me encantaría que se eliminara el concierto educativo y poder continuar educando a mis hijos en el mismo colegio al que van. Que fuera un colegio público. Si el estado me paga lo que me cuesta del bolsillo ¿Quién puede estar en contra? Sería un ahorro para las miles de familias que matriculan a sus hijos en colegios concertados. Pero leyendo la propuesta, y también los comentarios, me temo que la idea no es eliminar el concierto educativo, sino más bien, eliminar los colegios concertados. Cuestión que, naturalmente, no es la misma. Se trata de implantar no una educación pública de calidad (A la que también me apunto como el primer defensor) sino de una educación pública laicista (y no laica) Porque una educación pública laica no abogaría por eliminar elementos propios de nuestra cultura como es la celebración de la Navidad mientras celebran fiestas foráneas con la excusa de la interculturalidad. Eso no es ser laico, es ser laicista, aunque se trata de otro tema que nos desviaría del propósito del concierto.
El espíritu de la propuesta (se entiende el espíritu laico porque el otro sería con mayúsculas), según sus promotores, se fundamenta en que la enseñanza concertada segrega al alumno por clase social provocando que se deje a la enseñanza pública el alumnado con más problemas sociales y de aprendizaje con lo que se impide el progreso colectivo del sistema educativo. Los argumentos a favor de eliminar el concierto (o fuera de eufemismos) eliminar los centros concertados serían por un lado que se eliminaría la influencia de la Iglesia Católica en la enseñanza, que se dejaría de pagar con fondos públicos la segregación social, y por otro, que se mejoraría la igualdad de oportunidades y la situación económica de los profesores de la educación concertada porque se equipararía a la pública. Esto es así a grandes rasgos.
Como en Podemos se discute cada propuesta de manera asamblearia y transparente (cosa que es de alabar) es fácil acceder a los argumentos que se aportan por parte de los simpatizantes después de estudiar la propuesta inicial, y que son del siguiente cariz. (Las palabras entrecomilladas son extractos de los argumentarios, no palabras o interpretaciones propias.) Los colegios concertados atraen a "clases medias de cuello blanco que buscan aislar a sus hijos de la plebe". En los concertados "no se encuentran a gitanos ni inmigrantes". Estos centros existen "porque la Iglesia manda mucho y son herederos de un sistema franquista de enseñanza". O, por no cansarnos en demasía "los centros católicos adoctrinan y hay que acabar con ese adoctrimaniento"
Para empezar, parece ser que a los defensores de la libertad de elección y de la igualdad, les moleste que se ejerza la libertad de elección y la búsqueda de la igualdad (que no de la uniformidad) Me explico. En primer lugar, después de leer espíritus (laicos por supuesto) de la propuesta, argumentos y comentarios, se olvidan que, tal vez, existen padres que elegimos un colegio concertado por alguna razón que no sea la segregación, separarse de la plebe o querer ser adoctrinados por la Santa Madre Iglesia. Si me quisiera segregar o separar, no llevaría a mis hijos a merendar al McDonald's (o al Burguer King), no les compraría la ropa del Primark o del Zara, no iríamos a comprar a las grandes superficies porque te hacen descuentos, no adquiririamos productos de marca blanca porque son más baratos, o no usariamos el transporte público porque, a pesar que las grandes superficies te rebajan el precio de la gasolina por comprar en ellas, sigue estando a un precio desorbitado y los parkings resultan prohibitivos a partir de la primera hora. Si se tratara de adoctrinar, tenemos las iglesias. Donde por cierto, no se adoctrina, sino que se evangeliza. Si queremos ser tan políticamente correctos en el lenguaje, usemoslo como corresponde.
Por otro lado, en el colegio concertado de mis hijos no se encuentra en ninguna zona residencial, al contrario, se ubica en un barrio obrero, con problemática social, con familias enteras en riesgo de exclusión social. Y donde justamente el propio centro trata de incidir para transformar la realidad allá donde no llegan las administraciones públicas.
Además, resulta que existen padres que optan por un centro concertado siendo unos trabajadores más, no esa nueva clase social que llaman de cuello blanco. No es cuestión de aparentar, es cuestión de buscar unos valores en la educación que complementen a los que se intentan inculcar en casa. Y resulta que la Constitución nos ampara. Solo hace falta leerse el artículo 27 donde se reconoce, entre otras cosas, la libertad de enseñanza o que los poderes públicos garantizarán el derecho de los padres a
que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo
con sus propias convicciones.
Como existen padres que esto lo tenemos claro y, siendo trabajadores con unos ingresos básicos como los de cualquier obrero proletario y ya que no se nos facilita gratuitamente (cómo así se recoge en la Constitución donde indica que la enseñanza básica será oglitaria y gratuita) si hay que rascarse el bolsillo, se lo rasca uno y lo hace gustosamente, aunque eso suponga renunciar a algún placer de la vida, porque tenemos la prioridad de la educación en unos valores, una educación que va más allá de una enseñanza técnica o disciplinar.
Por eso, insisto, eliminando los colegios concertados, o el concierto educativo, como quieran llamarlo, se está menoscabando mi libertad de elección, y la igualdad constitucional. A no ser que se garantice esta posibilidad de manera gratuita por parte del estado. En ocasiones parece que los que se presentan como únicos adalides de la libertad y la tolerancia solo atienden a sus propios dogmas (laicos, naturalmente)
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